De noche yo soy un lobo y vos una dama errante
De día vos eres un águila y yo un condotiero proscrito,
Sólo que nuestros días no los marca el sol,
y en nuestras noches no manda la luna.
Es una antigua maldición, bella de contar, terrible de sufrir.
Vuela libre, Señora Mia.
Posate en mi puño con el filo de la tarde.
Me tendrás de noche lamiendo tu mano, velando tu sueño.
Y en el Ocaso y en el Alba, por un sólo instante
fuera de este echizo nos encontraremos,
juntaremos nuestros labios y en un abrazo
nos despediremos.
La razón para seguir. La caricia del Sol y la Luna.
No somos puros. No somos dignos.
Estamos malditos. Cierto. Merecidamente.
Pero que hermoso nuestro pecado y que gemidos de envidia levanta.
*Donde estes, en tus tierras, recuérdame en tu vuelo.
Escribe mi nombre en tu cielo…
*Mientras yo, lobo de las mil cicatrices
en mi bosque de soledad
le callo a la luna mi aullido nostálgico.
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ππ†∂
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